La mayor parte de ella transcurría a un ritmo previsible y los eventos fluían dentro de un límite aceptable de velocidad o un poco por debajo. Sin embargo, de vez en cuando las cosas pasaban en segundos, como cuando te sobrepasa un Porsche en la carretera y sientes que el vacío que deja a tu paso te va a arrancar las puertas del coche.
En un instante, ocurría algo que salía de la nada y lo cambiaba todo.
Amante Consagrado
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