Cuando Alexia era pequeña, solo quería pintar. Hasta que creció y descubrió que deseaba algo más que convertir sus sentimientos en obras de arte; le deseaba a él. Por encima de todo. Pero cuando lo tuvo por primera vez, lo perdió. Y cuando creyó recuperarlo, fue solo un espejismo.
Cuando José era un adolescente, los ojos de una niña le recordaron que no estaba solo en el mundo, y sin decirle nada se aferró a ellos. Años más tarde, la propietaria de esos ojos le rompió el corazón. Después él se lo rompió a ella.
Sus caminos se cruzan una y otra vez, mientras se preguntan si están mejor separados o en realidad están perdidos el uno sin el otro, y que llegará el día en que deberán a saltar al vacío.
" Amar a alguien es como saltar al vacío, nunca sabes qué pasará si no te atreves a lanzarte ... "
Cita:
"Madrid, hace nueve años, tres después del encuentro en el metro.
ELLA
No volví a ver a José Antonio hasta unos cuantos años más tarde. Aunque no me había olvidado de aquel encuentro en el metro, con el paso del tiempo, la escena se transformó en una especie de sueño y había ocasiones en las que no estaba segura de que hubiese sucedido de verdad. Me pasé meses buscando su nuca en todos los vagones a los que me subía; si me había encontrado con él por casualidad una vez, bien podía volver a suceder, ¿no? No volví a verlo, ni en el metro ni paseando por la ciudad ni en ninguna parte. No terminé el dibujo, lo intenté más noches de las que recuerdo, y al final asumí que jamás lo lograría. Paseé el cuaderno durante las vacaciones de verano y cuando terminaron y tuve que abandonar Cádiz y volver a Madrid lo guardé en una caja junto con el resto de dibujos, esbozos e ideas que quería conservar de mi primer curso universitario. Allí, en Cádiz, tampoco lo vi. No sé si estuvo en la ciudad, si fue a visitar a su familia, pero cuando entraba en un café o cuando iba a la playa lo buscaba con la mirada, y aunque no lo encontré, supongo que nunca me olvidé de él. Me había parecido una señal tropezarme con José Antonio ese atardecer en el metro de Madrid. A quién no. De todas las ciudades del mundo, de todos los metros, de todos los viernes, los dos coincidimos en ese vagón en ese momento: el chico de ojos tristes que se había parado a ver mis primeros dibujos y yo. No debió de serlo porque no volví a verlo. Pensé en él, lo reconozco, al fin y al cabo he leído todas las historias de amor que caen en mis manos y sigo creyendo que el amor existe y que es muy difícil de encontrar. Rozando lo imposible. Pero José Antonio no volvió a aparecer en mi vida y esta siguió adelante. Si hubiésemos estado destinados a vivir una gran historia de amor, habría vuelto a encontrarme con él de inmediato. Sin embargo, y a pesar de mí misma, hay momentos en los que su mirada se aparece entre mis recuerdos. Me reconforta, me da paz saber que no se ha desvanecido del todo."
"Madrid, hace nueve años, tres después del encuentro en el metro.
ELLA
No volví a ver a José Antonio hasta unos cuantos años más tarde. Aunque no me había olvidado de aquel encuentro en el metro, con el paso del tiempo, la escena se transformó en una especie de sueño y había ocasiones en las que no estaba segura de que hubiese sucedido de verdad. Me pasé meses buscando su nuca en todos los vagones a los que me subía; si me había encontrado con él por casualidad una vez, bien podía volver a suceder, ¿no? No volví a verlo, ni en el metro ni paseando por la ciudad ni en ninguna parte. No terminé el dibujo, lo intenté más noches de las que recuerdo, y al final asumí que jamás lo lograría. Paseé el cuaderno durante las vacaciones de verano y cuando terminaron y tuve que abandonar Cádiz y volver a Madrid lo guardé en una caja junto con el resto de dibujos, esbozos e ideas que quería conservar de mi primer curso universitario. Allí, en Cádiz, tampoco lo vi. No sé si estuvo en la ciudad, si fue a visitar a su familia, pero cuando entraba en un café o cuando iba a la playa lo buscaba con la mirada, y aunque no lo encontré, supongo que nunca me olvidé de él. Me había parecido una señal tropezarme con José Antonio ese atardecer en el metro de Madrid. A quién no. De todas las ciudades del mundo, de todos los metros, de todos los viernes, los dos coincidimos en ese vagón en ese momento: el chico de ojos tristes que se había parado a ver mis primeros dibujos y yo. No debió de serlo porque no volví a verlo. Pensé en él, lo reconozco, al fin y al cabo he leído todas las historias de amor que caen en mis manos y sigo creyendo que el amor existe y que es muy difícil de encontrar. Rozando lo imposible. Pero José Antonio no volvió a aparecer en mi vida y esta siguió adelante. Si hubiésemos estado destinados a vivir una gran historia de amor, habría vuelto a encontrarme con él de inmediato. Sin embargo, y a pesar de mí misma, hay momentos en los que su mirada se aparece entre mis recuerdos. Me reconforta, me da paz saber que no se ha desvanecido del todo."
Mi opinión:
Desde que me leí el reverso del libro supe que me iba a gustar y desde luego no me ha defraudado. Me ha gustado mucho. Estos encuentros en el tiempo y separaciones ha hecho la historia más emocionante.
Cuando se ama a alguien, siempre se piensa en él y se tiene tantas ganas de verlo que lo buscas en todas partes aunque sepas que lo más probable es que no vayas a verlo.
Otro aprobado para Anna.
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