sábado, 10 de enero de 2009

El oráculo de Delfos


Delfos se convirtió durante más de mil años en el mejor de los oráculos, al pie del Monte Parnaso.
Miles de peregrinos griegos iban a Delfos con una pregunta para el dios Apolo pero ellos no podían ponerse en contacto con el dios, sino que había unos intermediarios. Para los griegos la adivinación no era solo una cuestión religiosa sino también una ciencia.

Muerte al dragón

El oráculo de Delfos
es tan antiguo que sus orígenes se pierden en la bruma de la mitología. La leyenda dice que estuvo consagrado a Gea, diosa de la tierra, y a su hija Temis, hasta que llego Apolo, engañado por la ninfa Telfusa. Esta le había asegurado que era un lugar ideal para fundar un oráculo, sin decirle que allí vivía una serpiente monstruosa. Apolo derroto al dragón junto a la fuente Castalia y dejo que su cuerpo se pudriera. Se la recordó como Pitón, que en griego significa “pudrirse”. Tras castigar también a la ninfa, el dios recluto a sus primeros sacerdotes. Para ello adoptó forma de delfín, saltó a borde de un barco procedente de Creta, lo guió hasta la costa y ofreció a los marineros su nuevo puesto a su servició. Desde entonces recibió el nombre de Delfos, “delfín” en griego.

Delfos se convirtió en el oráculo mas popular del mundo helénico, según la leyenda, el rey Creso de Lidia puso a prueba los oráculos mas celebres enviando a todos la misma pregunta. Solo Delfos acertó.
Se decía también que se alzaba en el lugar exacto donde dos águilas, enviadas por Zeus desde confines opuestos de la Tierra, habían cruzado su vuelo.
No se sabe a ciencia cierta cuando se creo, se cree que ya existía hacia el año 800 A.c. ya que en la Odisea, escrita por entonces, el héroe Agamenón solicita su consejo antes de embarcar rumbo a Troya.

Tras cuatro guerras sagradas, un incendió y un terremoto, Delfos quedó destruida y aunque se volvió a construir ya no era lo que era. Con la conquista romana todo cambió.
Sobre las ruinas se volvió a construir y ya en el siglo XVII ya nadie recordaba el templo de Apolo. Se pudo saber de ello gracias a las piedras que habían sido reaprovechadas para construir iglesias y casas. Sobre alguna de ellas aún se podía leer “Delphi”.

El gobierno griego expropió la población de Castri entera y gracias a ello se desenterraron esculturas tan emblemáticas como la Esfinge de Naxos o el famosa Auguria de Delfos. Algunas piezas terminaron en el extranjero pero no todas. Delfos se convirtió en unos de los museos arqueológicos más completos de Grecia. El tholos de Atenea, el estadio (que es el mejor conservado en su género), el tesoro de los atenienses y la fuente de Castalia fueron restaurados.

De nuevo, cientos de visitantes suben cada día la cuesta sagrada que conduce al templo de Apolo. Pero ninguno logra escuchar ya la voz del dios. Los turistas acuden en busca de fotos, no de respuestas.

Revista Historia y vida
Interesante de leer




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